La historia nos lleva a los primeros asentamientos europeos en Norteamérica y a una colonia inglesa fundada en la isla de Roanoke, en Virginia, un lugar donde el agua dulce era difícil de conseguir, y donde los colonos vivían rodeados de un entorno natural completamente nuevo para ellos y dos tribus indígenas con las que las relaciones tampoco eran sencillas. Aquellas primeras colonias tenían una alta tasa de fracasos, pero ninguna desapareció sin dejar rastro en 1590. O, siendo más concretos, ninguna desapareció dejando sólo tras de sí una