El periodista y José María Sadia recopila en su nuevo libro los episodios más vergonzos de "autoexpolio" del patrimonio español en los siglos XIX y XX. "Fue nuestro país en su conjunto —autoridades, instituciones, historiadores, anticuarios y un largo etcétera— quien propició y ejecutó ese expolio, cuando no lo abanderó y aireó directa y públicamente", escribe.
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"El vendaval rebasó el terreno religioso y alcanzó la esfera política. El republicano catalán Francesc Macià llevó la ignominia de los condes a las Cortes españolas, donde pidió la devolución de los sarcófagos", explica el autor. El banquero y el coleccionista trataron de dar marcha atrás, pero ya era demasiado tarde. "El senador inició un pleito jurídico para intentar recuperar los bienes a través de los juzgados, pero la denuncia puso en cuestión a todo un país. España carecía de una ley de patrimonio clara, contundente, eficaz.
Pues bien que aplicaron esta ley de patrimonio poco clara para con los bienes de Sixena.
Después de todos los destrozos, a finales del XIX y comienzos del XX llegaron los grandes expolios por parte de particulares.