En realidad la enemistad de Rousseau no es sólo con Voltaire si no con todos los enciclopedistas. Robespierre se niega a que fuera enterrado en el Panteon porque allí estaba Voltaire, símbolo de una lustración odiadada por los jacobinos, por los precursores del naciónalismo y del discurso identitario que Jean Jacques había plasmado en sus proyectos de constitución para Polonia y Corcega.