Arséne Wenger, técnico del Arsenal, se ha convertido en un fenómeno mediático. Bueno, más bien una foto en la que el técnico da que hablar. El fotógrafo está en las tribunas, observando como el técnico francés da instrucciones a sus jugadores. Muestra su perfil izquierdo a la lente, sin embargo, a la hora en la que el fotógrafo da clic e inmortaliza la imagen, sobresale el dedo de la mano derecha a la altura del cierre de su pantalón.

Por filosofía de juego, margen de crecimiento y la posibilidad de vivir en Londres, a Pep siempre le ha agradado la idea de dirigir a los 'gunners'. Wenger, que lleva en el banquillo del Arsenal desde 1996, estaría encantado de que Guardiola fuera su sustituto. Muchos clubes le quieren, pero el técnico catalán tiene la palabra.

Hoy les contare la historia de un jugador que supo sobreponerse a las adversidades, desde pequeño, hasta lograr la cima de la gloria futbolística. Su nombre les sonara, seguro, George Weah, pero quizás no les suene tanto el lugar y las condiciones donde el delantero de oro africano, como se le apodaron, comenzó a darle sus primeras patadas a un balón de fútbol, su gran pasión.

Arsène Wenger, el técnico francés que llevó los modales europeos al fútbol británico, cumple este sábado mil partidos en el banquillo del Arsenal. Los cambios que introdujo Wenger en el club de Londres ya hace casi dos décadas fueron tan profundos y los éxitos que logró en sus primeras temporadas marcaron tanto a los aficionados que ni siquiera los ocho años, nueve meses y 27 días que lleva el equipo sin levantar un trofeo han minado su autoridad en el Arsenal.

Es jodido conseguir entradas para ver jugar al Arsenal en su casa. Hoy es día de partido menor, contra el Stoke de Mark Hughes y Bojan Krkic, y en la taquilla que abren solo los días de partido no quedan más que entradas VIP. En la tienda online del club obligan a pagar treinta libras al año para tener derecho a comprar entradas. El fútbol moderno era eso.