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‘Alejandro Magno’ y los diádocos, los herederos de su Imperio

Tras la muerte de Alejandro Magno, Alejandro III de Macedonia, en el 323 a. C., se inició un nuevo periodo civilizador de la cultura griega: el helenismo. Tuvo una duración de tres siglos hasta la llegada de un nuevo orden, el Imperio romano. En la película Alejandro Magno (Oliver Stone, 2004), la muerte de Alejandro (Collin Farrell) se nos muestra al principio y el final de la misma. De hecho nada más expirar el rey macedónico, sus generales ya se estaban disputando su herencia por ver quién sería su sucesor.

| etiquetas: alejandro magno , historia
  1. Uno altivo, otro sin ley,
    así dos hablando están:
    -Yo soy Alejandro el rey.
    – Y yo Diógenes el can.

    – Vengo a hacerte más honrada
    tu vida de caracol.
    ¿Qué quieres de mí?
    – Yo, nada;
    que no me quites el sol.

    -Mi poder… es asombroso,
    -pero a mí nada me asombra.
    – Yo puedo hacerte dichoso.
    – Lo sé, no haciéndome sombra.

    -Tendrás riquezas sin tasa,
    un palacio y un dosel.
    – ¿Y para qué quiero casa
    más grande que este tonel?

    – Mantos reales gastarás
    de oro y seda. – ¡Nada, nada!
    ¿No ves que me abriga más
    esta capa remendada?

    – Ricos manjares devoro.
    – Yo con pan duro me allano.
    – Bebo el Chipre en copas de oro.
    – Yo bebo el agua en la mano.

    – Mandaré cuanto tú mandes.
    ¡Vanidad de cosas vanas!
    -¿Y a unas miserias tan grandes
    las llamáis dichas humanas?

    – Mi poder a cuantos gimen
    va con gloria a socorrer.
    -¡La gloria!, capa del crimen;
    crimen sin capa, ¡el poder!

    -Toda la tierra, iracundo,
    tengo postrada ante mí.
    -¿Y eres el dueño del mundo,
    no siendo dueño de ti?

    -Yo sé que, del orbe dueño,
    seré del mundo el dichoso.
    – Yo sé que tu último sueño
    será tu primer reposo.

    – Yo impongo a mi arbitrio leyes
    – ¿Tanto de injusto blasonas?
    – Llevo vencidos cien reyes.
    – ¡Buen bandido de coronas!

    – Vivir podré aborrecido,
    mas no moriré olvidado.
    – Viviré desconocido,
    mas nunca moriré odiado.

    – ¡Adiós, pues romper no puedo
    de tu cinismo el crisol!
    – ¡Adiós! ¡Cuán dichoso quedo,
    pues no me quitas el sol!

    Y al partir, con mutuo agravio,
    uno altivo, otro implacable:
    – ¡Miserable! – dice el sabio;
    y el rey dice: – !Miserable!

    Ramón de Campoamor.
  2. Qué película más cansina...
  3. Poco hablan del imperio Seleúcida, el único que pudo hacerle sombra al romano de no haberse encontrado en ese estado en cuanto chocaron.
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