Las Merindades representan un paraíso natural y una fuente de vida. Amparadas por las montañas burgalesas y la cordillera cantábrica, el río Ebro ha ido moldeado enclaves de ensueño. Aquí se suceden amplios valles, escarpadas montañas, abruptos desfiladeros, extensos páramos, caudalosos ríos, acogedores villas y numerosos saltos de agua y cascadas.
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Quiero decir, que tiene la torre del homenaje que es espectacular por estar medio en el aire, que uno se pregunta cuándo se caerá, no si se caerá o no se caerá, porque algún día se caerá, sino cuando, y por las formas de la piedra que la sostiene. Pero ahí se acaba todo. El resto del castillo es un muro de piedra restaurado el siglo pasado (hay fotos en los folletos que te dan, o daban, a la entrada en la que se muestra cómo faltaban unos cuantos tramos. Lo único las ventanas que dan, más o menos, al sur, que son de un estilo entre gótico y alguna otra cosa (lo mío no es la historia del arte).
Si te digo la verdad, y me parece que lo he dicho alguna otra vez por aquí, prefiero de lejos la iglesia de San Vicente. A pesar de que también fue restaurada el siglo pasado y que, aunque como ya he dicho antes no soy muy de la historia del arte, te das cuenta cuando la ves de que algo raro pasa con la fachada y es que se derrumbó con un rayo, procediendo a reconstruirla un poco "a la buena de Dios". Pero por dentro es flipante. No es espectacular, pero sí flipante.
Y si puedes ir como yo en época pre-navideña cuando ya tienen el belén montado, mejor. La lástima que no dejen hacer fotos dentro, o me habría "jartao".
Me lo visité una mañana de noviembre y estuve el tiempo que quise a mi bola. Sólo me "interrumpió" uno de los de la asociación que lo restaura, que llegó con su furgoneta pero fue a su bola.
Por cierto, de esa lista he visitado, además de Frías (que como dije en otro comentario es mejor la iglesia de San Vicente que el castillo), el salto del Nervión.
A ver que os diga mi impresión de la visita así que lo entendáis fácil y rápidamente: su puta madre.
Escogí un mal día para visitarlo, porque fue un día de frío del copón y viento del coponazo en la zona. Las montañas de alrededor estaban nevadas, lo que no sé si es normal para ser mediados-finales de noviembre allí. Pero bueno, vale.
Respecto a lo que dice de parking, hay tres parkings en total. Hay uno primero que es donde quedan los autobuses y la mayoría de los coches, al lado de la BU-556 (que es por donde se llega en coche(*)). En temporada alta es casi seguro que tendrás que dejar allí el coche y después caminar por la pista de tierra (espero que ahora con menos baches que entonces) que lleva al salto. Sólo son unos cuatro kilómetros y medio, ida, y otros tantos de vuelta. Eso si no te da por hacer una de las rutas circulares que hay por allí, claro. Vamos, que mejor llevarse la mountain bike porque andando va a llevar algo de tiempo.
Si tenéis suerte podréis ir al "primer parking", que os ahorra kilómetro y pico por trayecto, haciendo poco más de tres ida y otros tantos de vuelta. Y si tenéis mucha suerte, al "segundo parking", que os deja a dos kilómetros del salto. Eso sí, los últimos dos kilómetros se hacen a patita o en bici, lo que sea menos en coche. No porque esté mal la pista, al contrario, precisamente ahí está perfecta porque no hay tráfico rodado pesado apenas (mantenimiento, etc., no de visitantes) pero se prohíbe el paso con una cadena.
Yo me tuve que hacer esos dos kms. ida y dos de vuelta si quise visitarlo, con amenaza de nevada, viento y frío. ¿Que si hacía frío? a ver, que aquello sigue siendo Burgos. Pero por precisar más, iba con guantes de los de ir a esquiar y bien, pero cuando me los quité para hacer fotos con la cámara tardé menos de cinco minutos en empezar a perder sensibilidad en los dedos.
Y bueno, el viento como que no ayuda a que te acerques al borde, que son más de 200 metros de caída.
Eso sí, espectacular un rato largo, más que espectacular, unas vistas flipantes y el caudal a tope. Pero qué frío, la virgen
(*) siempre que no sea un todoterreno, que entonces por el monte por el lado vasco también se puede.
Obviamente los conservados suelen implicar restauración, pero los hay con mejor y peor resultado. Este simplemente es uno más.
En cambio, la iglesia de San Vicente me parce un pastiche por fuera y sin ningún elemento que merezca la pena en su interior. Las vidrieras son modernas y los retablos e imágenes no son nada del otro mundo.
Pero ya te digo, es cuestión de gustos.
Está bien Frías, pero yo para Frías prefiero las cervezas (badumchás!)