Cada año, 50.000 galgos que no sirven para cazar, o que no lo hacen a satisfacción de sus propietarios son asesinados por éstos de las formas mas crueles imaginables: les inyectan lejía, les ahorcan, les arrojan a pozos, les tirotean, les atropellan con vehículos, les rompen al médula espinal o les queman vivos, según ha denunciado la Federación de Asociaciones de protección a los Animales (FAPA), que en diciembre de 2005 presentó 50.000 firmas en el Ministerio de Medio Ambiente solicitando la prohibición de la caza con galgos.