El régimen baasista de Bashar, que ya en el año 2000 dio carpetazo a la Primavera de Damasco aplastando así la primera oportunidad que se le dio para darse legitimidad, once años después volvió a llamar terroristas a sus ciudadanos rebelados contra la grave crisis económica, el estado policial y las discriminaciones étnico-religiosas; luego tardó en aplicar las reformas y ahora, además, se enfrenta a bandas que reciben armas de Jordania, Irak y Turquía y que se mezclan con los manifestantes.