Anoche, a eso de la 1.30 de la mañana, se suicidó la vecina del quinto piso. Se pegó un tiro en la cabeza... En la vereda estaba el encargado del edificio, la vecina de la pareja del quinto y una vieja insoportable, que estaba excitada, casi gozando, disfrutando de lo que había ocurrido. Y ventilando intimidades de la señora del tercero y del chico que vive solo en el cuarto. Hablaba, hablaba y hablaba y no paraba de hablar. Como si se tratara de una venganza tardía y periférica del Diario de la Guerra del Cerdo...