La clave es desprestigiar a Snowden, convertirlo en una marioneta, voluntaria o no, de oscuros intereses extranjeros y desprestigiar por definición a cualquiera que cuestione el ilimitado poder del Estado en los países occidentales. Y poner el umbral muy alto, casi inalcanzable, a todo aquel que se plantee en el futuro dar un paso como el que ha dado Snowden. Quedarse en el país tras hacer una revelación de este calibre te conducirá incomunicado a una celda de una prisión de máxima seguridad donde podrías pasar los próximos 20 o 30 años