Itamar Shapira ejerció el servicio militar obligatorio durante tres años, como la mayoría de los israelíes, incluidas las mujeres. Participó en detenciones, redadas violentas, acciones anti terroristas y controles militares. También mató. Pero al concluir su servicio, decidió que no quería olvidar. Necesitaba mostrar a sus compatriotas y al mundo lo que había vivido, una realidad muy distinta a la que se imaginaba antes de llegar allí.