Los trabajadores irregulares eran contratados a través de diferentes empresas de Portugal, que, a su vez, eran subcontratadas por otras mercantiles españolas para realizar diferentes trabajos en el ramo de la construcción. Los operarios utilizados como mano de obra barata trabajaban en las ciudades de Vigo, Sevilla, Málaga, Oviedo, Segovia y en la isla de Gran Canaria. Los gerentes de las empresas realquilaban pisos a grupos de entre cinco y diez individuos que corrían con todos los gastos