Mientras me hablaba de sus creaciones gesticulaba mucho, hacía como que modelaba en el aire, y relataba cuánto le encantaba trabajar con las manos. "Darle forma al barro es algo mágico". Me fijé en ellas: eran finas y largas. Como ya no se prodigaba mucho con la escultura, por el tiempo y porque la actividad requería un espacio que no tenía, se centró más en la fotografía. Se reconocía como una persona impulsiva, creativa, apasionada y vitalista. Es cierto que sonreía mucho, pero no dejaba de tener una expresión triste.