Viendo la cantidad de ayudantes de curas, clérigos monaguillos o monigotes o como se diga, el día de Candelaria, el quince, que acompañaban a una ceremonia anacrónica, con ejército incluido; viento en las velas, ruido y furia. Y, se me olvidaba, ví a un montón de jóvenes(...) que habían cubierto la travesía desde La Laguna o desde Santa Cruz - me extrañó no ver al Ángel Salvador -, que contestaban como loritos casi calvos a los requerimientos de la analfabeta locutora o al analfabeto locutor de las teles locales o preautonómicas.