No se si el tal Iñaki tiene madre ni me importa. Si es, como se dice y no tengo por qué dudar, el asesino de veinticinco personas, es probable que lo más justo sea que se pudra en la cárcel y que allí espere a acabar su miserable vida.[...] Todo esto está muy bien, y sin duda saciará la sed de justicia de muchos. Pero tiene un fallo. El problema es que un “estado de derecho”, del que tanto se les llena la boca a algunos, se ha dotado de unas leyes y debe hacer que se cumplan.