El Gobierno británico anunció ayer la apertura de una investigación sobre la extracción de tejidos y órganos a los cadáveres de 65 trabajadores de la central nuclear de Sellafield entre los años 1962 y 1991. Corazones, pulmones, huesos y otras partes del cuerpo habrían sido extirpados, sin el conocimiento de los familiares de los fallecidos, según la denuncia presentada por los sindicatos. Las muestras fueron analizadas para determinar, presumiblemente, los posibles efectos de la radiación a largo plazo, una práctica al parecer rutinaria.