“No te daré mucho trabajo, tengo el cuello muy fino”. Estas palabras, dirigidas al verdugo que debía decapitarla con una espada, fueron las últimas que pronunció Ana Bolena antes de morir en el cadalso. Bolena se convirtió en la obsesión de Enrique VIII. Por conseguirla, el monarca anuló su matrimonio con Catalina de Aragón, hija de los Reyes Católicos; se enfrentó a Carlos V, sobrino de ésta; y rompió con la Iglesia católica, a la que pertenecía..."