Cuando la sargento primera del ejército de EE.UU., Amanda Henderson, encontró al sargento primero Larry Flores en su estación de reclutamiento en Texas en agosto pasado, se espantó por sus profundas ojeras y su apariencia desarrapada. “¿Estás bien?” pregunto al normalmente muy ordenado soldado. “Sargenta Henderson, estoy verdaderamente cansado,”respondió.“Tuve una semana mala y larga, fue ridículo.” El sábado anterior los comandantes de Flores lo habían recriminado por mal rendimiento. En castellano:
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