Nada más elevarse, la sospecha de la azafata se convirtió en certeza. "Al avión le costaba coger altura, como si no pudiese con el peso del pasaje --cuenta Antonia Martínez--, efectuaba giros laterales, como en zigzag, como si intentara hacer un aterrizaje de emergencia. Cuando tocó nuevamente tierra, estaba totalmente descontrolado, con movimientos bruscos laterales". Ligia coincide en que parecía "como si el piloto tratara de estabilizar el aparato".