Todos los trucos son lícitos para no morir fusilado. Y, de entrada, sentimos más simpatía por los fusilados que por los fusiladores. Dicho esto, nadie podrá pensar que le echamos nada en cara al glorioso mariscal Michel Ney, príncipe del Moskova y duque de Elchingen, una de las figuras más brillantes de la galaxia de mariscales que rodeaba a Napoleón, al dar crédito a la suposición de que salió vivo de su fusilamiento y disfrutó luego de placenteros años de propina.