Las clases trabajadoras, que apenas acabamos de descubrir en esta generación lo agradable que resulta viajar, conocer otras culturas, disfrutar de agua caliente o disponer de un confortable ambiente en nuestras casas, sufrimos el incremento de los impuestos ecológicos, un mayor racionamiento energético y la presión creciente de medidas que pretenden reducir el calentamiento global. ¿Se atreverán los políticos a decir, finalmente, que lo mejor que podemos hacer para salvar el planeta es quedarnos en casa?. El artículo desarrolla esta idea.