Al igual que pasó con otros muchos países europeos, Italia no fue un estado unificado hasta mediados del siglo XIX. Las ciudades italianas medievales -no sólo ciudades, también sus barrios entre sí- tenían ciertos conceptos que podríamos definir como totémicos, símbolos de su honor y prestigio. El hecho de entrar en casa del adversario y llevarse como trofeo, aunque fuera un simple cubo de madera, era una hazaña (que recuerda un poco la costumbre india de tocar al enemigo con un bastón), y para el afectado una afrenta imperdonable.