Excelentes vinos, Dom Perignon sin límite, caviar iraní, langosta, cuberterías de plata, camas de dos metros, pijamas de diseño, teléfono, internet, música, cine y videojuegos... todo en pequeñas suites de las que no hay más de ocho o diez en el mismo avión. Así vuelan quienes están dispuestos a pagar entre 4.000 y 10.000 euros cada vez que cruzan el mundo. A unos metros, los pasajeros que han invertido entre tres y cinco veces menos por su billete piensan en el jet lag o en el tentempié que, en muchas ocasiones, ya no se incluye en la tarifa.