A estas alturas todos sabemos que la gente de izquierdas no puede tener demasiado dinero ni incurrir en determinados gastos sin convertirse en una hipócrita. Al mismo tiempo, se dice, “no hay nadie más tonto que un obrero de derechas”. Ahora que Irene Montero y Pablo Iglesias se han comprado una casa muy cara, importa aclarar la confusión entre lo público y lo privado, entre lo político y lo personal. Confusión de la cual se sirven, cuando les conviene, tanto la derecha como la izquierda; lo que no es nada bueno para nosotros ni para el país.