Las constantes restricciones que sufren nuestras calles son una muestra de la pérdida del espacio común, de nuestro aislamiento particular y de la formación de los ghettos colectivos. En las ciudades no hay plazas de pueblo, ni casas de la cultura, ni centros sociales... La okupación de espacios abandonados a fin de rehabilitarlos y transformarlos en espacios abiertos y de encuentro, surge como respuesta a estas carencias.