Cerró su puerta y justo antes de iniciar la marcha, de súbito, alguien (que no era él) golpeó mi ventanilla:Toc, toc, toc...Era un hombre de aspecto siniestro con chaqueta de cuero y un walkie-talkie en su mano derecha. Le di al botón con el dedo temblante:¿No te quedas a cobrar tu comisión? - me dijo. Por su acento parecía del Este...(Entrada de blog que relata una historia a las puertas de un burdel)