Son muy peligrosas, una sola bomba de racimo desprende más de 200 bombas secundarias. El mundo, sin embargo, las sigue fabricando, aunque el 98 por ciento de las víctimas de las bombas de racimo son civiles. Este lunes representantes de más de cien países tratarán de conseguir un acuerdo en Dublín para prohibir su uso, fabricación y distribución. La paradoja está a la vista: Estados Unidos, Israel, Rusia, China, India y Pakistán, principales productores y usuarios de este tipo de armas no asisten a este encuentro.