El viernes, en ‘El gato al agua’, tuvieron su hora feliz de ignorancia, cuando aún podían culpar al integrismo musulmán. En cuanto hubo más datos, les dejó de interesar el asunto y, por supuesto, la palabra ‘ultraderecha’ brilló por su ausencia (aunque su espíritu... ya me entienden). El sábado, el criminal era masón. Y ayer, un jugador de rol sin ideología. Un sindios.