La estupidez no es patrimonio exclusivo del fútbol. Hay estúpidos en las oficinas, en el metro, en los parlamentos, en los periódicos. A esa larga lista de cerebros anoréxicos se une Mauro Zárate que decidió sumergirse en la tripa fascista de sus hinchas alzando su brazo derecho. El fútbol no es violencia pero es innegable que la violencia está en el fútbol, El ejemplo de Zárate es esclarecedor, hay una tolerancia maquillada, hay estúpidos en todas partes, que gritan mucho y hay estúpidos que callan y toleran lo que otros estúpidos hacen.