[c&p] Durante casi tres décadas, un pequeño laboratorio de la Universidad de Princeton se las arregló para avergonzar a la dirección de la universidad, indignar a sus premios Nobel, atraer el apoyo de los filántropos y llegar a ser tapa de la prensa internacional gracias a sus esfuerzos por probar que el pensamiento puede alterar el curso de las cosas. A fin de mes, sin embargo, el Laboratorio de Investigación de Anomalías en Ingeniería de Princeton (PEAR) cerrará sus puertas, no porque haya habido polémica, sino´porque ha llegado la hora