Nos contaban, ellos, los de siempre, que la Huelga General era inútil, que sería un fracaso, que las reformas del gobierno eran inevitables, aún más, escasas y tardías. Nos decían que la Huelga General sería un fracaso y que no produciría cambio alguno en un Gobierno decidido a mantener la Reforma Laboral, los ajustes de inversiones, empleados públicos, o pensiones. Un Gobierno dispuesto a avanzar en la reforma de la Seguridad Social, de la protección a las personas desempleadas y, si fuera necesario, de la negociación colectiva.