Por lo que se ve, puestos a escoger un vino foráneo, los obispos germanos se inclinan mayoritariamente por un dulce valenciano: el Valencia Muskat. Un vino que, según los catadores: "huele a piña azucarada, mango y jengibre. Sabe como los bombones de regalo de chocolate con azúcar glaseado y brandy, el tipo de vino que podíamos probar excepcionalmente en Navidad cuando visitábamos a la abuela". Joer, ¿Y todo eso un vino? a ver si es que lo acompañan de alguna otra cosaaaa...