Danny Ayalon, viceministro de Asuntos Exteriores, ya asumió con estoicismo que le toca hacer el ridículo al anunciar que la “Flotilla de la libertad” viola el derecho internacional y tiene conexiones con Al Qaeda (no importa que en los barcos fueran la premio nobel Mairead Corrigan Maguire, el escritor sueco Henning Mankell y parlamentarios de Alemania, Noruega, Suecia, Bulgaria e Irlanda). Ridículo que apenas supera al protagonizado en 2009 por el portavoz Mark Regev, cuando se vio obligado a negar el uso de fósforo blanco sobre una escuela.