Es absolutamente falso. Los humanos no somos iguales, ni siquiera ante la ley (desgraciadamente). Incluso entendiéndola como un ideal a perseguir, la igualdad es terrorífica. Nadie quiere ser igual, todos luchamos por alcanzar y experimentar nuestra individualidad. Radica en la esencia de nuestra naturaleza el ser diferentes. La genética ya nos separa y permite una clasificación. El igualitarista, además de llamarme racista, argumentaría que somos iguales en un 99%. Claro, eso es lo que nos iguala a, por ejemplo, los cerdos.