Voces a sueldo de los monseñores han lanzado chanzas de pésimo gusto, y diversas tropelías dialécticas, a propósito de la detención de Txeroki y, por supuesto, a raíz de la participación de Zapatero en la reunión del G-20 [ampliado]. Les enoja el concepto de bien común –propio de la doctrina social de la Iglesia en aspectos que a su vez son compartibles con creyentes, agnósticos o ateos- y les agrada, en cambio, y hasta el deleite, que las cosas vayan mal. Les agrada el terreno pantanoso. Les saca de quicio la abundancia de agua limpia y clara.