Creo que tenemos un problema, y es que parece que la falta de atrevimiento y coraje vital, -a lo mejor tendríamos que leer algo más, o por primera vez, a Nietzsche – hace que vivamos sumergidos en una rutina soporífera, aburrida, sin muchos estímulos, rígida y seria, o desencantados con lo que hemos construido o con las historias personales o sociales en las que nos hemos metido. Claro, cuando la vida tiene poco sentido, la fiesta se convierte en la única forma de “sentir” un poco más, de liberarnos de nuestras cadenas mentales..