Aquí, llegado el caso, se pondrían a expropiar cuentas corrientes antes de cerrar una oficina del Estado. Aquí no puede haber nada similar al abismo fiscal. Tampoco hay límite al gasto, por eso los políticos gastan lo que tienen y lo que no, lo que tiene usted y lo que tendrá su nieto. El dinero que usted gana no es enteramente suyo, usted no es más que una cadena transmisora entre su trabajo y el Gobierno. Luego, a modo de comisión de servicio, el tirano le deja que se quede algo. A ese algo lo llamamos salario.