Si nos centramos en el caso español, que sin duda conocemos mejor, y a la espera de la solución del dilema Le Pen, España cuenta con una serie de filtros en lo relativo a los partidos y su acción política. La mayoría de ellos se refieren al acceso a la financiación pública, por lo que podríamos decir que más o menos está en la lógica imperante que no todo el que se presenta a unas elecciones pueda cobrar del erario de forma automática. Contamos, además, con un filtro mucho más sutil pero igualmente efectivo, la célebre Ley d’Hont...