Solemos decir con frecuencia que la vida es injusta. En el caso de los concursos de televisión, salvo honrosas excepciones, suele serlo. Se nos hincha la vena, como a la Patiño, cuando argumentamos con pasión aquello de que los tontos siempre tienen suerte. Sin embargo, a veces, al azar le da por hacer de justiciero, de Robin Hood, aunque en esta ocasión no roba a los ricos para dárselo a los pobres, sino que se dedica a castigar con crueldad la falta de cultura general de los concursantes. Y tú, desde tu sofá, no puedes evitar esa sonrisa...