El humo que estos días ha velado ciudades como Nueva York o Toronto no procede de los tubos de escape ni de fábricas, sino de incendios a miles de kilómetros. La alerta sobre esta nueva amenaza para la salud, especialmente para la población más vulnerable, está creciendo entre la comunidad médica y científica, en medio de un mundo en llamas. La emergencia climática es pura gasolina para incendios cada vez más extensos y devastadores, que han llegado a zonas tan poco propicias hasta ahora como Groenlandia o Siberia. Y donde hay llamas, hay humo

El cambio climático y sus consecuencias, como el aumento de olas de calor, sequías y estaciones más extremas, van a multiplicar estos megaincendios, un nuevo fenómeno único por su magnitud e inédito por su comportamiento y con terribles efectos sin precedentes.

Los expertos del MIT abordan los efectos de los incendios forestales en Canadá y su contribución a la contaminación del aire. Atribuyen los incendios forestales al cambio climático y a la actividad humana, proyectando un aumento de la actividad de incendios para los próximos meses. Los expertos hacen hincapié en los riesgos para la salud de las partículas finas y recomiendan medidas a corto plazo, como reducir la exposición al aire libre y el uso de mascarillas. Las soluciones a largo plazo implican abordar el cambio climático ya mismo