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Bajo una lluvia de Doritos, en una caja de Pringles o a cañonazos: diez formas estrambóticas de viajar al otro barrio
Eso de que “una vez acabado el juego, el peón y el rey vuelven a la misma caja” queda muy bonito para decir que, al final, todo el mundo termina sacando un billete de ida para el otro barrio. Es cierto, pero solo hasta cierto punto: cuando nos llega la hora, ricos y no tan ricos tenemos que estirar la pata, pero siempre ha habido clases. Hasta para despedirse de este mundo.
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Lo que sí se es que quiero que los Monty Python vayan a mi funeral, que se celebrará en un estadio que construirán en mi nombre en una playa de alguna isla caribeña, al que llegaré en un carro tirado por seis unicornios (o ponys, en su defecto). Estais todos invitados.
Sugiero añadir las listas de Público al boicot AEDE. Aunque no sea un medio AEDE, me da igual