En las horas que transcurrieron entre que se declaró el incendio de Notre Dame y se desplomó el tejado y la torre de la catedral parisina, a más de uno le dio tiempo a hacerse un master en arquitectura medieval y un posgrado en extinción de incendios en grandes estructuras. A 6.000 kilómetros de Washington, en Sevilla, José Manuel Soto coincidía con el “certero” análisis de Trump: ya estaban tardando en llenar los helicópteros de agua del Sena para soltarlos sobre la catedral, y añadió unas pinceladas de teoría conspirativa.
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Menudo gol les metieron.
Los bomberos de Melilla se apartaron, hasta que alguien controlase ese "descontrol". El agua a presión sobre una estructura debilitada podía derrumbarla.
He ahí la diferencia entre un cenutrio y una persona sensata.
"yo esto lo arreglaba en un pis pas, no tienen ni puta idea esos bomberos gabachos"