En un mundo consumista, donde las noticias llaman constantemente nuestra atención, donde se ha perdido la fe en la religión, donde tanto la política como la guerra son sólo búsqueda del enriquecimiento personal, Bojack Horseman tiene una visión absurda de la humanidad (o de la animalidad). La serie refleja la idea de que no hay un sentido de la vida, que no merece la pena buscar la felicidad y de que, en cuanto crees obtenerla, te torturas por saber cuánto durará hasta que ésta expire.