"No exagero si digo que mi infancia, en resumidas cuentas y por lo que aquí interesa, son recuerdos de volantazos de un Delorean que vuela. Son de los rizos ochenteros de Jennifer (que también volaban, que también vuelan). Del rayo que caerá exactamente -y seguirá cayendo con puntualidad infinitesimal- a las diez y cuatro del 12 de noviembre de 1955 sobre el Reloj de la Torre, para que Marty Mcfly ponga el Delorean a 140 y pueda regresar a 1985 a hacer realidad la profecía que le hizo al director Strickland.