Era una discoteca al aire libre, cerca del Hotel Tryp Habana libre y Maradona se prestó a corresponder al almeriense con cortesía. Después, cuenta Gabriel, el divo se volvió a su reservado y se enfadó porque el diskjokey pinchaba pachanga y no la música argentina que él quería escuchar esa noche caribeña. Parece que voló incluso alguna silla hasta la cabina del músico.