En algún preciso momento, sin saber muy bien el porqué, quizás por el devenir de los tiempos, el estereotipo de jugador cambió. Atrás quedaron esos tíos con bigote, melenudos, desaliñados, algo pasados de peso o calvos con abundante cabellera por las sienes que aparentaban ser mucho más mayores de los que eran. De repente, los futbolistas se convirtieron en tipos musculosos, tatuados, a la última en moda que cambian de peinado cada semana y con 15 pares de botas diferentes de colores para cada partido. Guaperas vestidos de futbolistas. Sin emba