Hubo un tiempo, a principios de los 2000, en que Carlos Vázquez Moreno, conocido como Tibu —un tiburón implacable de los negocios—, era uno de los hombres más poderosos del mundo de la música en España. Mánager de Hombres G, El Canto del Loco, Javier Gurruchaga, Marta Sánchez, Javier Álvarez, Vicente Amigo, José Mercé o Aute, entre otros, había conseguido grandes proezas para sus representados: la vuelta de Hombres G y su unión, a posteriori, para una gira con El Canto del Loco.

Puede haber algo más paradójico y adelantado a su tiempo que este vídeo? Fijaros en el título de la canción, los colores de los trajes de cada integrante, los bailes... Esto de alguna manera debería de convertirse en el himno del partido liderado por Abascal que tanto defiende a los homosexuales.

En la colina de Jesús Quintero han caminado bandidos, toreros, políticos, filósofos, asesinos, guerrilleros, artistas y deportistas. También seres de otro planeta. Si existen o no los extraterrestres, solo Quintero tiene la respuesta, pero vale más por sus silencios que por lo que sabe, y cuanto más calla, menos se le olvida.

Querido doctor, me pongo en sus manos. Haga usted de mí lo que guste. Carta de un loco de Guy de Maupassant.

La discografía de El Canto del Loco abarca una década: su debut, ‘El Canto del Loco’, es de 2000 y su quinto y último álbum, ‘Personas’, de 2008. Esa casualidad los convierte en un símbolo de una época cultural muy concreta, con internet pero sin redes sociales, con discos superventas pero con piratería y, sobre todo, con un público que tenía mucho dinero. La España de El Canto del Loco es la España del chalet con piscina. La España en la que el ascensor social no solo existía sino que iba a toda velocidad y en una sola dirección: hacia arriba.

Un lunático que lleva varias horas en plena calle gritando como un loco que el fin del mundo es inevitable y que vamos a morir todos no ha dejado de recibir elogios de todos los transeúntes, que consideran que es una persona completamente cabal y razonable, según ha podido saber la prensa. “Vaya, qué hombre tan lúcido”, han comentado los testigos al verle enarbolar un cartel en el que pone “El fin se acerca”.

Intentamos demostrar que la ideología no puede ser una frontera. Que hablando se entiende la gente. Que un facha loco está preparado para la convivencia. No fue posible.

El final de un grupo siempre resulta áspero. Después de más de medio siglo de música pop y rock, hemos aprendido que quizá la causa principal sea la ambición para emprender una carrera en solitario de su cantante. En El Canto del Loco también late esta necesidad, pero existen situaciones particulares que confieren a la disolución del grupo madrileño un tono dramático: un compromiso de gira con un gran banco que saltó por los aires, la enemistad insoportable con el manager (que finalmente acabó en la cárcel) y una muerte.