A lo largo del año ansiamos la llegada de esos días que, estratégicamente distribuidos sobre el calendario, nos permiten disfrutar de tres o cuatro jornadas consecutivas de descanso; evadiéndonos de la rutina, los quehaceres profesionales y, en definitiva, de la vorágine que nos acompaña. Esos son nuestros queridos y preciados puentes.