Hacer una buena película de comedia no es tarea sencilla. Aunque hoy en día sea un género muy trillado, es bien sabido que un alto porcentaje de comedias no tienen la calidad de aquellas cintas históricas que, a través de diversas clases de humor, intentan satirizar un personaje, denunciar una situación o, simplemente, hacer pasar un buen rato al espectador, sin necesidad de chistes demasiado absurdos, sin hacer pasar al espectador como un individuo poco exigente.