Llámenme desconfiado, llámenme tiquismiquis, pero empiezo a sospechar que esto del cambio climático la ONU no se lo acaba de tomar en serio. Es difícil esclarecer qué da más risa, si que Froilán vaya a trabajar en la organización de la próxima Cumbre del Clima o que la próxima Cumbre del Clima tenga lugar en Dubai.

Todos los días se piden “favorcitos” en las oficinas que siempre involucran más y más trabajo. ¿Son órdenes enmascaradas, solicitudes desmedidas u oportunidades para solidarizarse con los compañeros y los jefes? Sirva el lente microscópico de este ensayo para insistir en el pensamiento crítico de la actividad a la que más tiempo le dedicamos cuando estamos despiertos: trabajar y trabajar.

Las teorías clásicas de administración de empresas se conectan a un cambio de siglo lejano, el que llevó del XIX al XX. Seguir aplicándolas en el XXI está quemando a las plantillas. Es paradójico que en la era del 5G, los viajes espaciales, el metaverso y la inteligencia artificial, las organizaciones sigan estructuradas bajo los principios de la teoría clásica de la administración de empresas de Henri Fayol y el Taylorismo –de Frederick Taylor– ambas teorías de finales del siglo XIX y principios del XX.

Imaginemos la siguiente situación: Juan, administrativo en una importante empresa, cumple estrictamente con las funciones de su puesto de 9 a 5. Ni un minuto más. Una vez sale de la oficina, desconecta totalmente los pensamientos relacionados con el trabajo. Jamás responde un email fuera de horas. Menos aún, las llamadas del jefe. Juan ha adoptado una filosofía vital que en inglés se conoce como quiet quitting y que podríamos traducir por renuncia silenciosa.

Después de todo el daño que ha causado a las librerías en los últimos años, ahora Amazon les ha echado un cable al poner en valor los libros en comparación con las series.

Isabel Díaz Ayuso ha reivindicado “como una cosa muy nuestra que no nos pueden quitar” el derecho de los españoles a “caminar por la ciudad durante horas intentando encontrar mesa en un local porque están todos a reventar y a nadie se le había ocurrido reservar porque es mejor improvisar sobre la marcha”.

Después de muchos años siendo los niños los que cosen las zapatillas de los adultos, Nike ha decidido cambiar las tornas y ha creado un modelo infantil fabricado por íntegramente adultos. La marca, además, ha optado por dar un vuelco a toda su filosofía y pagar un sueldo digno a dichos adultos.